Downton Abbey

Artículo redactado por: Raquel Gimeno (1º Diseño de Moda)

La película se encuentra enmarcada en un período de conflictos internacionales y cambios culturales al inicio de 1912 coincidiendo con el hundimiento más trágico de la historia contemporánea, el Titanic. La exitosa serie de televisión producida y emitida por la BBC cambia su formato tras varios años sin emisión para adaptar su historia a la gran pantalla con la visita inesperada de la realeza inglesa.

La familia Crawley se verá abrumada por la muerte del sucesor de la herencia familiar y por ende la abadía Downton, apareciendo en el mapa un nuevo heredero lejano del árbol familiar quién trastocará todos los planes e hilos que tan recelosa aguardan los habitantes de la vetusta residencia. Los Crawley encarnan el ideal estoico de la aristocracia británica acompañada por su cordial servicio, generando genuinas tramas que mantienen el interés y ansia por ver más capítulos.

El vestuario es un órgano fundamental a la hora de hacer cine histórico puesto que ha de ser creíble. Debemos de visualizar a los personajes e identificar en qué periodo se encuentran. Es un lenguaje visual que determina una diferenciación entre la aristocracia refinada y el proletariado, incluso sobresale la dedicación por el detalle a la hora de hacer diferentes atuendos que destaquen en la propia elite. Anna Robbins, encargada del vestuario de la serie, afirmó en la entrevista con Vogue que suponía una dificultad bastante mayor el recrear la indumentaria de una película ya que la condición del filme requería que todo tuviera una calidad y acabado exquisito, también que los trajes normalmente solían ser reconstrucciones a partir de ropa de la época adaptadas a los personajes.

Es innegable el impacto que tienen a priori los personajes, un ejemplo es la gran actriz Maggie Smith que interpreta a la condesa Violet. Las tonalidades que utiliza suelen ser malvas, un color semejante al morado siempre asociado a la aristocracia,  a la sutileza, aguardando la frialdad que refleja Smith. Este color también tiene una gran carga femenina evidenciando la posición matriarcal que posee la condesa Violet, la cual, a pesar de haber enviudado sigue teniendo un peso en las decisiones de la casa. Es muy interesante como su vestimenta recuerda a la belle époque pero sin ser tan ostentosa. Guardan su compostura y es combinada con joyas que no desdibujan la atención del conjunto.

El vestido está compuesto por dos piezas, la principal abarca la parte superior del torso y la inferior abierta creando un efecto óptico de abertura en la falda. La mayor parte es lisa sin embargo existen dos tiras que dividen la prenda. Éstas poseen un estampando floral que más abajo se extiende de forma homogénea por toda la falda. La empuñadura francesa presente en las mangas también lleva el mismo patrón.  La segunda pieza aparenta ser una simple falda lisa usada como apoyo a la primera. El escote es cerrado, el pequeño desnivel del centro del pecho es equilibrado con una tela vaporosa de color crema. Las siluetas son rectas, no hay ningún corsé salvo un fajín que dota de importancia a la cadera adornado con un romboide de pequeños brillantes preciosos.

Pero a pesar de la forma tan geométrica del traje el remate de los flecos color berenjena del final de la falda crean movimiento y desenfadan el look. Un detalle a destacar es como al ser el personaje femenino más longevo utiliza un pequeño sombrero ladeado adornado con una pluma seguramente de avestruz, detalle que nos habla de esa transición de época victoriana que ha vivido el personaje a la belle époque y más concreto en la década dorada de los años 20.

 

Sin embargo, las mujeres jóvenes toman el lema de la feliz década y explotan su juventud, Lady Mary Crawley, encarnada por Michelle Dockery,  luce un milimétrico bob digno de Kiki de Montparnasse y como es lógico en la informalidad del día a día lleva un estilo chic inspirado en diseñadores de la época como Patou y Chanel. Entra en juego el papel que desempeñó la primera Guerra Mundial y la incorporación de la mujer en la industria desembocando en el desuso del corsé, dejando margen a la moda para crear una variedad de ropa cómoda para las distintas actividades.

Sin duda el punto fuerte de la cinta serán las escenas que involucren las galardonadas fiestas de la élite inglesa.  La escenografía de los grandes salones adornados con lámparas de araña y cubertería reluciente digna de reyes no eclipsaran la estela dorada de los personajes femeninos postrados con trajes de gala y dispuestas a “comerse” la cámara en cualquier momento. Cada fotograma captara la elegancia y brillo que revalorizó el nombre de los felices años 20.

Las simples escenas del tráiler y posters promocionales dejan entrever los vestidos embriagadores de nuestros queridos protagonistas, descripciones del mundo frío del Gran Gatsby de Fitzgerald que se materializan en telas finas y fluidas con motivos geométricos que no muestra descarada la figura femenina si no la anuncia. La imagen de aquella flapper se refina en un aura recatado.

Así es como Downton Abbey dará paso a la gran pantalla dejando huella en las películas de índole histórica no solo por su guión y contexto si no por el trabajo meticuloso e investigación del equipo de caracterización creando una fidedigna imagen de los que aquella década supuso en la moda y cultura europea.

 

 

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